miércoles, 12 de abril de 2017

Guido Pancani llegó a la Argentina con sólo 20 centavos. Lo exiliaban de Italia sus creencias socialistas. Aquí logró un mejor porvenir para su madre, su esposa y sus hijas.

El trabajo por la colonización.
Guido Pancani llegó a la Argentina con sólo 20 centavos. Lo exiliaban de Italia sus creencias socialistas. Aquí logró un mejor porvenir para su madre, su esposa y sus hijas.

Guido Pancani llegó al puerto de Buenos Aires desde la italiana ciudad de Pistoia en 1923. Siempre contaba que había llegado al azar, con 20 centavos en el bolsillo, sin recomendaciones y sin conocer absolutamente a nadie. Cuarenta años después, este incansable trabajador y gran luchador por el cooperativismo había logrado tener su chacra en Villa Regina y una ferretería que aún hoy abre sus puertas.
La historia comenzó cuando Guido llegó al puerto de Buenos Aires, en el ’23. Al poco tiempo consiguió trabajo en la Dirección de Irrigación, entidad encargada de realizar las obras de los canales de riego en el Valle de Río Negro. Así fue como Guido conoció la zona de Cervantes, a la que describía como “desierto, jarilla, agua turbia, muchas martinetas y liebres”.
“Confieso que me cansé de la soledad –explicaba años más tarde a una publicación local de Villa Regina–. Me trasladé a Ingeniero White y tres meses después me embarqué con el propósito de establecerme en Estados Unidos, deseo que no pude cumplir, desembarcando en Francia para retornar a Italia. Indudablemente, en mi interior se desataba una verdadera lucha que me confundía hasta el extremo de no dudar en cruzar y recruzar el océano”.
“No estuve mucho tiempo en Italia porque comenzó a operarse en mí un cambio notable –continuaba relatando–. A medida que transcurrían los días, se acrecentaba en mi ánimo el recuerdo de mi breve paso por la Argentina, hasta que terminó por transformarse en una obsesión. Lo que antes no me había gustado ahora me invitaba a volver, a tentar fortuna, a comenzar de nuevo. No tuve más remedio que volver a la Argentina para estar tranquilo conmigo mismo”. Guido decidió instalarse en Villa Regina y plegarse al original emprendimiento colonizador. Era 1926 y hacía poco tiempo que se había formado la Compañía Italo Argentina de Colonización.
Como muchos de los inmigrantes, Guido compró a largo crédito diez hectáreas de tierra bruta que desmontó, emparejó y plantó. Una vez que consiguió ubicarse en su propia tierra, mandó a llamar a su madre, Justina, y a sus dos hermanos, Antonio y Marino, para que se instalaran junto a él. Así se reunieron y trabajaron su chacra.
“Una vez que se instalaron ellos, mi nonna le dijo a papá que le gustaría que se casara con María Chiti, una joven vecina de la familia en Pistoia –cuenta Delia, una de sus cuatro hijas–. El sabía que no podía gastar dinero en un pasaje hasta Italia sin antes tener la confirmación de que María lo iba a aceptar, y fue por eso que le escribió una carta con la propuesta. María aceptó y Guido viajó a Italia. El padre de María no quería que ella se casara y se viniera a la Argentina, porque decía que si emigraba no la iba a volver a ver nunca más en su vida –continúa Delia–. Pero mamá igual se casó con papá y se vino, con sólo 18 años”. María no volvió a ver a su padre.
En Regina, Guido y María tuvieron a sus dos hijas mayores, Mari y Elda. Como ya eran muchos para vivir de la chacra, el matrimonio decidió instalarse en Tres Arroyos, donde Guido vendía productos del Valle como manzanas y sidra de la cooperativa “La Reginense”. Allí vivió desde el año ’35 hasta el ’40, cuando el matrimonio decidió volver cerca de su familia e instaló un comercio de ramos generales en la calle 25 de Mayo, “donde hoy se encuentra el Club Social Colonia”, afirma Elda, su segunda hija.
De regreso en Villa Regina, el matrimonio tuvo otras dos hijas mujeres que completaron la familia: Delia y Silvana. Guido reinvertía cada centavo que ganaba apostando a su ciudad adoptiva y fue así como, además de trabajar su chacra, que llegó a tener 32 hectáreas, inició varios negocios. Uno de los más importantes fue un aserradero, que creó con la colaboración de su yerno Darío Durazzi.
Guido siguió trabajando en su ferretería, y en 1950 el negocio y la casa de los Pancani se instalaron en Don Bosco y Santa Flora. En este terreno se harían luego dos edificaciones más, en 1963 y en 1976, donde hoy sus hijas lo recuerdan.

Un hombre de convicciones firmes.
“Soy cooperativista por convicción –se definía Guido–, es una necesidad espiritual porque el cooperativismo es escuela de buenas costumbres y una brillante oportunidad para demostrar la solidaridad humana”.
Estas marcadas convicciones acompañaron al incansable italiano durante toda su vida y fueron la principal causa de su llegada a América Latina.
“Papá era un socialista acérrimo –explica Silvana, su hija menor–. En realidad, se vino por eso, porque decía que, si no venía, Mussolini lo mataba”.
Guido aseguraba que la vida es trabajo y experiencia, experiencia y más trabajo, y no se cansaba de repetir e intentar transmitir el amor que sentía por su segunda patria.
“Estamos pisando la zona más rica de la Argentina –afirmaba en una entrevista publicada en 1964–. Y yo deseo que muchos muchachos argentinos puedan hacer más de lo que yo y otros colonos hemos logrado aquí, en el Valle”.

Publicado en Diario “Río Negro”, sábado 11 de febrero de 2006.

sábado, 1 de abril de 2017

1982: DESPEDIDA DE LOS CONSCRIPTOS DE LA CLASE 62, FRENTE A LA COMISARÍA DE VILLA REGINA.

Diez décimas a un ex combatiente (Relato). Autor Carlos Rodríguez.

En este día, especial
Paro vos, ex combatiente
Te digo que estoy presente
Por mi arraigo nacional
Por que no puedo olvidar
A los que en ella murieron
Los que al suelo defendieron
Con tanto honor e hidalguía
Por tu enorme valentía
Te bendigo Malvinero.

Cuanto coraje tuviste
Al pasar por ese trance
Te dijeron, soldado avance
Y vos el pecho pusiste
A la lucha no rehuiste
Por ser de un arma inferior
Y demostrando valor
En medio del entrevero
Soldadito Malvinero
Te batiste por honor.

Hambre, barro y aire helado
Las balas surcando el viento
Y los soldados atentos
En las trincheras echados
En el mallín anegado
Estallan los cañonazos
Pegan cerca los balazos
De la constante metralla
Y en la terrible batalla
La paz se hace pedazos.

Caen soldados en el frente
Sin conocer la victoria
Quedando en eterna gloria
Esos chicos inocentes
Y arraigando sus simientes
En esa tierra Argentina
Hoy son el sol que ilumina
La enseña celeste y blanca
Que se yergue sobre la pampa
De nuestras Islas Malvinas.

Valiente el "negro" Daniel
Cuantos como el hubieron
Y muchos que no volvieron
Nunca más del suelo aquel
Quedaron como jagüél
En territorio Argentino
Ya no andarán los caminos
Transitando por la luz
Por que hay tan solo una cruz
Señalando sus destinos.

Pobres los muchachitos
Que llevaron engañados
Si eran apenas soldados
Inocentes y nuevitos
Cayeron como chorlitos
En ese episodio fiero
Por eso los que volvieron
De esa guerra sin sentido
Deben ser agradecidos
Por la suerte que tuvieron.

Con vocabulario inmundo
Opinan esos señores
Que por no conocer rigores
Se creen los dueños del mundo
Y no dudan ni un segundo
En provocar otra guerra
Con armamentos que aterran
Al corazón de la gente
Con su rol omnipotente
De conquistar otras tierras.

Daniel Giles, el soldado
Que soportó los rigores
Hoy recibe mis honores
Por el servicio prestado
Ese trance ha superado
Saliendo adelante airoso
Hoy vive lleno de gozo
En la tierra Bolsonera
Yo lo halago a mi manera
Por su pasado glorioso.

Ha cumplido con honor
En el frente de combate
Resistiendo los embates
Del ingles usurpador
Cicatrices de rigor
Son laureles que ganó
Gotas de sangre dejó
En la tierra Malvinense
Este guapo Reginense
Que a la patria defendió.

Esto quería decirte
"Negro" Daniel, amigo
Ofreciéndote mi abrigo
Si de algo puede servirte
No hace falta repetirte
Mi aprecio y admiración
Y hago grata la ocasión
De homenajearte en mis rimas
Diciéndote con estima
Las cosas del corazón.

Este relato está dedicado a Daniel Giles de VILLA REGINA. Autor Carlos Rodríguez.


Martín Daniel Giles es oriundo de nuestra Ciudad de Villa Regina perteneció al batallón número 3 de Infantería de Marina de Ensenada estuvo en el frente de combate de la Isla de Borbón que integra el Archipiélago de nuestras Islas Malvinas.
“Durante la guerra de las Malvinas, sobre dos pistas preexistentes en Puerto Calderón de la isla Borbón, la Armada Argentina instaló el "Aeródromo Auxiliar Calderón", con la intención inicial de que sirviera de base para aviones Beechcraft T-34 Mentor C-1, asignándole la Cia. "H" del Batallón de Infantería de Marina N°3 para su defensa. Fue también utilizado por la Fuerza Aérea Argentina como aeródromo de emergencia; a partir del ataque que la BAM Cóndor de Puerto Darwin sufrió el 1º de mayo, se desplegaron en la isla Borbón varios I.A. 58 Pucará originarios de esta base. El 15 de mayo de 1982 la instalación sufrió un ataque del SBS que destruyó once aviones argentinos” (Wikipedia).
Hoy MARTÍN DANIEL GILES vive en su "Pewman mapu" (tierra soñada) en El Bolsón, provincia de Río Negro, Patagonia Argentina.
Datos y relato por Ariel Oses salvo indicado. Imagen scaneada de la publicación del Diario "Río Negro"por Juanjo García - facebook.


Recopilación: ¡BIEN DE REGINA!